Las ballenas azules pueden ayudar a frenar el cambio climático

Restablecer las poblaciones mundiales de ballenas podría contribuir, en gran medida, a mitigar el cambio climático. La eliminación del 95% de las poblaciones originales de ballena azul y entre el 70 y el 95% de otras especies de ballena ha tenido graves consecuencias medioambientales que han sido ignoradas por completo.

Restablecer las poblaciones mundiales de ballenas podría contribuir a reducir los efectos del cambio climático.

El aumento de los niveles de CO2 a la atmósfera es una causa del incremento de la acidez del mar y del calentamiento global. Precisamente, durante millones de años las ballenas han regulado estas emisiones de CO2.

Por ejemplo, la ballena azul se alimenta cada día de toneladas de krill y cada día excreta toneladas de excrementos. Esos excrementos están llenos de hierro. Estos vertidos diarios llamados columnas fecales floculantes proporcionan cada año cientos de miles de toneladas de nutrientes al fitoplancton creando floraciones de plancton, que no sólo produce el 80% del oxígeno para nuestro planeta sino que también elimina el carbono.

Durante millones de años las ballenas han regulado las emisiones de CO2.

Las ballenas son también enormes depósitos de carbono y cuando mueren, se llevan con ellas ese carbono al fondo del mar. Uno de los factores que contribuye al cambio climático es la enorme disminución de las poblaciones de ballenas, que lleva consigo una disminución de las poblaciones de plancton.

Así pues, una solución al cambio climático es restablecer las poblaciones de ballenas a su nivel anterior. Cada especie tiene una función que desempeña dentro del ecosistema en el que vive. En concreto, las ballenas juegan un importante papel en la reducción de las emisiones de dióxido de carbono y en la producción de oxígeno.