Aunque sean pocas, en alguna ocasión nos habremos parado a pensar en la existencia del Universo, incluidos los seres vivos. Con el consiguiente bloqueo mental ante semejante MISTERIO y la pequeñez de las experiencias propias.

Me defraudaron los largos relatos, la mística con sus retóricas torvas y la ciencia cargada de retortas, alambiques y fórmulas. Nadie, nadie, consiguió encender la LÁMPARA esclarecedora en estos ambientes.

Impresiona el rugido de las voces, las redes, los mensajes, las tribulaciones y la proliferación de expertos presuntuosos. Contrastan con las respuestas menesterosas. Frente a esa avalancha, destaca la potente información de los SILENCIOS.

Cuesta encontrarlos. Las paredes hablan, las calles suenan, mientras el gentío vocifera. La PRESENCIA sutil del silencio, potente y generosa, suele escoger áreas campestres, donde la luz y el aire ahuyentan los torbellinos de propuestas insustanciales.

En este aislamiento en campo abierto, llano o montañoso, entre la vegetación; surgen los sutiles silencios informativos. La inmensidad desgrana sus expresiones, ambientadas por la perceptible MÚSICA de las ESFERAS. Desaparecen los límites fronterizos artificiosos de los adentros y las afueras, con la demostración de la magnífica armonía.