Me gustaron aquellos VERSOS de Joaquín Ortega Parra: “Yo soy de aquella gente de la raza del árbol. / Honda gente que muere de frente y por derecho”. Por lo que significan y no sólo por la imagen figurativa.

 

Ya sabíamos que los árboles mueren de pie (Alejandro Casona). Solemos atribuirlo a su obligación, sin méritos añadidos y nosotros nos vemos en PEDESTALES ufanos sin exigirnos miramiento alguno.

 

Me llama la atención el desdén con el que tratamos algo tan fundamental para nosotros como las RAÍCES en sus múltiples formatos, biológicos, predecesores humanos y todo ese ensamblaje de la cultura común, de la Noosfera.

 

En nuestro caso, la alimentación añade nuevas exigencias, no se limita a los alimentos materiales. Requerimos una SAVIA enriquecida por los razonamientos bien elaborados y los conceptos decisivos.

 

Las actitudes acomodaticias y las presiones ambientales nos acucian, ponen a prueba nuestra firmeza, incluso con masacres nefastas. Si descarrilamos acabaremos en cunetas hediondas. La reciedumbre requiere CULTIVOS esmerados, con las raíces bien dispuestas y la savia exenta de productos tóxicos