Sin un filtro razonador pertinente, la enorme variedad de las actuaciones humanas deviene en una ruidosa JERIGONZA de manifestaciones carentes de mínimo enlace para que sean coherentes.
Deseos, voluntades, críticas e incluso el humor, discurrirían por caminos desperdigados, de verdadera LOCURA. La escasa ejercitación de la mente no favorece ni el entendimiento ni el encauzamiento de las prácticas cotidianas.
El vitalismo de cada uno y el de todos juntos va a tener la palabra. Si hay una DIGNIDAD como humanos, va unida al requerimiento de una decisión inesquivable. Seguir la corriente del dinamismo desquiciado o cultivar los puntos de apoyo.
La mente estrecha no sirve, porque cierra los mejores poros vitales. La maestría necesaria para salir de estos embrollos es un trabajo de AUTOR, no se puede delegar en agrupaciones, el sino peculiar es intransferible.
Se genera un talante quijotesco con aires reivindicativos, disfrazado de una cierta enajenación si se quiere; recurriendo a la introducción de matices artísticos e incluso fantasiosos, para transformar el guirigay incomprensible en un TRÍPODE renovador basado en el amor, la convivencia y la ilusión.