Aunque algunos pretendan convencernos de lo contrario, no hay tal. Las PERSONAS estamos metidas en la caverna platónica. La luz directa de las informaciones sustanciales no nos alcanza, apenas intuimos sus reverberaciones.

 

Somos individuos PENSANTES, elucubramos con cábalas, soñamos, inventamos y establecemos figuraciones insólitas, sin conseguir atisbar las salidas. Sentimos ciertas vibraciones sin que desaparezcan por ello los impedimentos.

 

Y no dejamos de RAZONAR, enlazamos los pensamientos con el suelo y el techo cavernario; nos preguntamos de todo sobre nuestra presencia en este lugar y eso sí, descubrimos la enorme dimensión de los enigmas.

 

Nos asedian con referencias de descubrimientos y elaboradas estructuras como soluciones. Pronto se pone de manifiesto el FALSEAMIENTO de dichas aportaciones. Hemos comprobado que nadie circula por fuera de la caverna.

 

Los deslumbramientos provocan errores notables. Disponemos de los haberes cavernarios, la persona, con intuiciones, pensamientos, indicios y fantasías. Y el gran HALLAZGO está aquí dentro, la hoguera iluminadora de lo que somos. Por las incongruencias llamativas, alcanzamos algo de la luz auténtica.