Se repite mucho eso de, si se quiere HABLAR en serio, lo primero que hay que hacer es callarse, si no se quiere participar en una farsa, en una falsedad. Y desde el punto de vista radical, da que pensar. Hablar en serio, ¿De qué?

 

Acercarnos a la farsa de tratar sobre los grandes trances vitales, traduce inquietudes e ignorancias. Pero eso de CALLAR, también nos aboca a falsear la propia existencia. ¿Menuda disyuntiva se nos presenta por delante!

 

Somos MENESTEROSOS en casi todos los frentes, es una evidencia palpable. Tomar conciencia de esas deficiencias puede evitarnos el participar como farsantes; entenderemos mejor la idea del silencio ante la inmensidad circundante.

 

Con una conclusión inmediata, necesitamos vivir y comunicarnos atravesando las carencias, con la FRANQUEZA de esa transmisión. El habla y el silencio son agentes efectivos e imprescindibles para las andanzas de cada persona.

 

Vivir en sociedad exige esa comunicación, en franca pugna con el entendimiento, puesto que, el decir tiene sus límites expresivos, las verdades desnudas son esquivas. Entre palabras y silencios discurre la TERTULIA existencial y las interpretaciones. La vida saludable dependerá de los enfoques adoptados en esos diálogos.