Es bueno redescubrirlos, aunque sea uno solo, de nombre INOLVIDABLE. Ese que nos impulsó a no quedar embarrados en los alrededores, a liberarnos y atrevernos a ser uno mismo. Maestro o maestra que nos movilizaron las entrañas.
Nos mostraron la esencia de ser humanos, poner esa PASIÓN enérgica, darse con toda el alma, superando la parte mecanizada de las vivencias. Para impregnar con ese sello genuino e integrador, los estudios, profesiones y relaciones, con ánimo reconfortante.
Fue importante hacernos ver el peligro del conformismo protocolario, por su frialdad progresiva; para mantener encendida la IMAGINACIÓN y despejados los puntos de mira. La belleza, la inteligencia y el amor, precisan de esa liberación.
Las propias CONVICCIONES no debíamos olvidarlas, son insustituibles, precisamente para continuar en su modelación interminable y para el trabajo de gente cabal. Sin convicciones se derrumban las obras, no pasarían de sombrajos.
Y, sobre todo, hacernos partícipes de la mejor adaptación a la realidad de las VERDADES. Se desdibujan con los desplantes zafios y los encumbramientos fatuos; ambos extremos originan abusos crueles. La tensión de su búsqueda es fascinante, siempre con la precaución de evitar ventoleras descontroladas, siempre agarrados a lo mejor de la inteligencia.