No sé si será posible encauzar esta página en blanco, las LETRAS se alborotan, se dispersan por las hojas o se las lleva el viento, las frases se resquebrajan y el pensamiento se ablanda, se dispersa en distracciones inexplicables.

 

Y eso que en el COLEGIO me aprendí cabos, ríos y cordilleras de amplios mapas; verbos y fraseologías encumbradas. Al menos, ese aprendizaje evocaba la existencia de otros trasfondos, vibrantes, pero menos conocidos.

 

La primavera descubría luces insólitas y el verano acogotaba. El frescor del otoño y sobre todo la frialdad del invierno aplacaban los impulsos de forma preocupante. El rango de las CONTROVERSIAS incordiaba entre esas evoluciones.

 

Como escribió Ángel González, si quieres saber lo que es el agua, bebe. Pero en lo nuestro, la vida; ni la sequedad de los entornos ni la frialdad del trato nos distraigan. Si queremos saber lo que es VIVIR, vivamos sin distracciones interpuestas.

 

Al fin, la sencillez llama a la puerta, apreciando la buena sintonía si nos pilla aliviando pesadumbres, con la mano en los INTERRUPTORES ilusionantes y entre los reveses del camino, haciendo gala de un acompañamiento franco y afectuoso. El acierto de ese momento activador no tiene parangón.