Se rumorea por ahí que cada uno de nosotros tiene un propósito de vida, una misión para lo que hemos nacido, un trabajo que más que eso es un servicio a la humanidad. ¿Y si fuera cierto?

Cuando aquel día me puse a imaginar cómo sería mi mundo ideal, me vino a la mente la idea utópica de que cada uno podría desempeñar aquello que más le gustase y poder vivir de ello. Si a Manolito le gustan los coches, pues dedicaría su vida a transportar mercancía o pasajeros. Si a Juanita le encanta cocinar, sería cocinera en un bar, o en su propio restaurante, o en un comedor escolar, y si a Conchita le gusta investigar podría pasar sus días en un laboratorio.

¿Por qué no? ¿Qué nos lo impide? Pensé en cuánta felicidad brotaría del ser humano y de repente no me pareció tan fantasioso.

Si no existiesen las clases sociales, si nuestra manera de clasificar los puestos de trabajo fuera otra, si fuéramos concientes del valor que tienen todos y cada uno de ellos en esta sociedad, no nos daría tanta vergüenza admitir que no queremos ser directores de un hotel de 5 estrellas o grandes empresarios de éxito internacional, o que sí lo deseamos. Si no nos importara tanto lo que pensaran los demás…

Nos conformaríamos con dedicarnos en cuerpo y alma a aquello que nos gusta y nos enriquece como personas y creceríamos de manera orgánica y natural. Empezaríamos por abajo, ya fuera como botones o como campesino, o en un bufete de abogados ordenando papeles, fuera de juicios y etiquetas, simplemente disfrutando y, encima, aportando a la sociedad.

etiquetas

Si fuéramos conscientes del verdadero valor de las cosas…

¡Cómo cambiaría todo! Si no tuviéramos miedo a ser quienes de verdad queremos ser, cuando ello implica un esfuerzo tan grande…No nos proyectemos a demasiado largo plazo, todo camino empieza dando un primer paso. Si viviéramos más el presente, si confiáramos más en la vida y en nosotr@s mism@s todo sería diferente. Nuestros sueños no serían como gigantes que nos pisotean como si fuéramos hormigas antes si quiera de empezar a soñarlos.

Cuando miro a mi alrededor no paro de ver lo necesario que son, por ejemplo, la gestión de residuos o la producción de bienes básicos, la agricultura, la alimentación, la educación, la salud, el cuidado de la naturaleza, la intermediación, la ayuda a los más vulnerables como ancianos, refugiados, personas con discapacidad, la investigación de recursos de energía alternativa que podamos usar todos sin que implique un gasto desorbitado, ¡la vivienda! la cual debería estar al alcance de todo el mundo independientemente del dinero que gane….. hay tantas cosas urgentes, hay tanto trabajo por hacer en este planeta que no entiendo como hay personas en paro o desempleadas.

¿Y si nos hemos estado equivocando desde el principio? ¿Y si lo que falla no somos nosotros sino el sistema en el que hemos estructurado nuestra realidad?

En mi mundo ideal todos y cada uno de nosotros debería hacer lo que le gusta, sea lo que sea, porque confío en que si así lo hiciéramos, todo estaría en su sitio natural, no nos faltaría de nada y todos seríamos más felices.

El problema de base es nuestra forma de estructurar nuestra realidad. Hasta el día de hoy hemos creído que alguien tenía que darnos un trabajo, y no es del todo descabellado, pero eso nos hace vagos a la hora de querer encontrar nuestro verdadero propósito.

Nos falta el impulso, el aliento de vida, la motivación que nos lleva a querer buscar, indagar, curiosear, explorar nuevos campos que nos hagan crecer como personas, mientras que lo que hemos estado haciendo es intentar encajar en esta estructura de creencias, en este sistema económico que nos han impuesto sin darnos cuenta, porque era más cómodo.

Ojos para ver una nueva realidad

Hoy me he levantado con una revelación y quisiera compartirla.

¿Y si el COVID ha venido para darnos un sopapo y obligarnos a luchar por aquello que siempre hemos querido hacer? ¿Y si el COVID nos está obligando a ser felices a pesar del esfuerzo y el dolor que podamos estar pasando?

Por favor, que nadie me malinterprete. Seguro que hay personas que lo están pasando muy mal y me solidarizo de corazón con ellos. Pero no me refiero a este grupo de personas. Estoy hablando de aquellas que siempre han estado haciendo las cosas para sobrevivir y no para vivir. Me refiero a aquellos que hemos estado desempeñando trabajos para los que verdaderamente no hemos nacido pero hemos tenido que hacerlos para poder así pagar el alquiler y la comida, porque no había otra opción, o eso creíamos en ese momento.

La tasa de desempleo, no sólo en España sino en muchos países de todos los continentes, es probablemente la más alta de la historia de la humanidad. Si nadie me va a contratar, ¿qué debo hacer? ¿cómo me voy a ganar la vida? He ahí el quiz de la cuestión, ¿tendrás que contratarte tú? ¿tendrás que confiar en ti? ¿tendrás que salir de tu zona de comfort? No sé, son preguntas que me hago en voz alta.

Siempre me había cuestionado cómo sería, cuál sería el detonante que haría que el ser humano despertara y decidiera ir en busca de ese propósito. Y ahora lo veo claro…

Paz y Amor

SaraLJ