1.- Que fracasar en una cosa no significa que eres un fracasado.
Si, me declararon “fracaso escolar”. Tras un test de IQ mi conclusión es que era
tonto y lo peor no fue eso, lo peor es que comencé a actuar como si lo fuera.
Tuve la bendición de comprender con el tiempo que un fracaso no te define. Sobre
todo cuando no lo eres en realidad y es que es fácil culpar el otro y esto es lo que
hizo el sistema educativo conmigo. Ante la imposibilidad de enseñar a un niño, es
más fácil decir que el problema está en el niño, cuando el problema es el propio
sistema anquilosado y obsoleto que seguimos teniendo.
Me siento feliz por los pasos que el sistema educativo está dando… pero mientras
tanto seguimos convirtiendo en cuadradas mentes que nacieron redondas. Educar
tiene que ver con sacar del niño lo que lleva dentro, no meterle más cosas.
Algún día comprenderemos que nuestro cerebro no esta diseñado para almacenar
información, sino para tomar decisiones.
2.- Que no hay nadie con el poder de definirme.
Escuché a un gran maestro explicar que le afecta de igual manera un halago que un
insulto. ¡¡Que mágico!!. Tu opinión no me define. Esta es una de mis lecciones
aprendidas. Nadie puede decir quién eres tú, a no ser que le otorgues ese poder.
Las opiniones de quien te describe hablan mas de quien habló que de quien habla.
Cuando hablamos desnudamos nuestra manera de ser. Vemos al otro, como
nosotros mismos somos. Lo que yo soy lo defino yo y Dios… punto.
3.- Que la vida va de superar “no puedos”
Me preguntaron hace poco qué significa para mi cada libro que publico y esta fue
mi respuesta: “cada libro es un peldaño de una escalera en el que pone no puedo”.
Pero así es la propia vida. El proceso evolutivo para conquistarnos a nosotros
mismos, va de superar “no puedos”. Cada vez que ves o sientas que no puedes,
recuerda que sólo es un reto… que si te apetece subir ese escalón, mira las
competencias que te faltan y atrévete. Si no lo logras subir, al menos hiciste lo más
importante… tratar de hacerlo. Esto te convierte en un “hacedor de posibilidades”
y te saca en un “explicador de problemas”
4.- Que yo soy yo y que tú eres tú.
Vivimos en una sociedad que se le llena la boca hablando de respeto… pero
estamos lejos de comprender la propia palabra. Mientras que le digamos al otro
que lo respetamos, pero que está equivocado… estaremos lejos de comprender lo
que significa el respeto. Pasamos más tiempo tratando de convencer al otro de
nuestro punto de vista que de comprender el suyo… y aquí está el problema. “El
otro es el otro”… punto. Este el origen del respeto, aceptar la mirada de la otra
persona como valida.
5.- Que soñar es la clave de la felicidad.
“Soñador activista”. Realmente no encuentro una definición mejor para mi. De
pequeño comprendí que la vida es para los soñadores. Que puedes dedicarte a ver
como otros lo hacen o puedes hacerlo tu. Que puedes pasarte la vida hablando de
lo que te gustaría, pero jamás lo comienzas. Soñar es la clave de la felicidad y la
clave del éxito es hacer esos sueños realidad. Un sueño da energía, te conecta con
la pasión y el entusiasmo. Soñar desafiará tu manera de ser y hará que crezcas en
la consecución de su logro, y esta es su verdadera magia.
6.- Que el éxito es un camino (un proceso)
Decía que la verdadera magia de un sueño, su auténtico poder es su capacidad
transformadora. Cuando persigues un sueño, te desafía a ser diferente y mejorar.
Te lleva a un proceso evolutivo y esto es brutal.
Mucha gente se frustra al no lograr sus sueños o sus metas, simplemente por no
entender este concepto. Es el proceso, es el camino y jamás el destino. Si, es
importante soñar y tener clara una dirección, pero para darle un sentido a la vida.
El proceso es a lo que estamos llamados. El ser humano no es un ser estático; o
creces o decreces. O evolucionas o involucionas. El fracaso es un camino, una
manera de ir por la vida. Igualmente el éxito es una manera de ser en el mundo;
una manera de pensar, de caminar, de conversar, de mirar, de sentir.
7.- Que la dirección es más importante que la velocidad.
¡Qué duda cabe! Me produce un grado de compasión enorme ver a mucha gente
correr sin saber para donde. Es como si se tratara de una carrera, a ver quien corre
más. A veces me siento en una cafetería en el centro de mi ciudad o de cualquier
otro lugar y veo personas correr, como si llegaran siempre tarde a algún lugar. La
velocidad sólo tiene sentido cuando sabes para donde vas. De nada sirve subirte a
un coche y pisar el acelerador a doscientos kilómetros por hora sin saber hacia
donde te diriges, no solo no llegarás a ningún lugar sino que además estas
poniendo tu vida y la de los demás en peligro. Sin embargo, si te subes a ese mismo
coche, pones una dirección en tu GPS y comienzas a circular a treinta kilómetros
por hora, no importa si son mil kilómetros, vas a llegar. No se cuando, pero
llegarás. Una vez que sabes hacia donde vas, ahora si, pisa el acelerador.
8.- Que la amistad es fácil de comprar y siempre está en venta.
Es indudablemente una de las lecciones que más dolor me han provocado al
aprenderla. No soy de poner límites al principio de una relación de amistad, lo que
hace que algunas personas, sobre todo las inmaduras emocionalmente, el día que
les pones un límite se enfadan y desaparecen dedicando parte de su vida “convertir
en lengua lo que un día fueron oídos” y por supuesto añadiendo “aderezos” a las
historias que inventan, al menos de esta manera se sienten valoradas… siempre
hay alguien que le encanta escuchar chismes. Ha sido duro aprender esta lección,
sin embargo es de las que más agradecido estoy. Al mismo tiempo he aprendido a
que la amistad verdadera nunca se vende por un comentario, ni por un interés. Si
un amigo desaparece, simplemente nunca fue amigo… su relación estaba en venta.
9.- Que todas las tormentas terminan y si las navegas te conviertes en un mejor
marinero.
“Todo pasa”… y esto también. ¿Qué gran frase!, ¿verdad?… “Todo pasa”. Y después
siempre hay luz. Eso lo sabemos y lo sabemos porque lo aprendemos en carne
propia. Esta lección no se aprende en cabeza ajena. Pero lo que si es importante
para mi, es saber que si me meto en la tormenta consciente de que hay cosas que
seguro que no se, puedo aprender nuevas competencias. Algo bueno se saca
siempre de un problema. Una de las creencias poderosas que más me fascinan
enseñar a instalarlas en nuestra mente es “todo problema tiene en si mismo la
semilla de una gran oportunidad”. A veces la semilla no tiene nada que ver con el
problema en si mismo, sino que germina a raíz de esa situación.
10.- Que la salud es el patrimonio mas importante.
“Nos pasamos media vida ganando dinero a costa de la salud y luego pasamos la
otra media gastando el dinero que hemos ganado en mantenerla”. Algo así escuché
por mucho tiempo y qué gran verdad. Por eso hace un par de años que decidí que
la salud iba a ser uno de mis tres valores fundamentales de mi vida. La tenemos y
no la valoramos, así somos las personas. Pero un día tu salud se pone en jaque y
cobra un sentido primordial. Un día nos faltará la salud, hagamos que sea cuanto
mas tarde mejor.
11.- Que es mejor la libertad que la seguridad.
Una vez vi un documental de cómo cazan a los monos en algún país que no
recuerdo. Metían una frutita en una canasta de mimbre con un pequeño agujero
por donde cabía a duras penas la mano del monito, eso si estrechándola un poco.
Una vez que el primate agarraba la fruta no podía sacar su brazo al haberse
ensanchado la mano por tener la fruta agarrada. Los cazadores se acercaban
tranquilamente mientras el mono luchaba por tratar de escapar, pero no soltaba la
fruta. Finamente era cazado. Lo increíble es que el mono elegía la seguridad de la
fruta sacrificando una vida en libertad. Así vive mucha gente, agarrada a una fruta
o trabajo que no les gusta y pagando con ello con su propia libertad. Nunca pueden
elegir donde están ni donde van ni donde viven… nada. El precio de la seguridad
casi siempre es la libertad.
Es algo que decidí hace años, comprar mi libertad y no hacer nada que no me guste,
que no disfrute. Lo que no haría pagando, no entra en mi lista de cosas por hacer.
12.- Que la familia es la respuesta a esta sociedad enferma.
Dios no se equivocó cuando estableció la familia como base de una sociedad sana.
Esta es mi lección aprendida. Creo que los valores, los principios, la educación, la
manera de ser, los hábitos, las creencias y un largo etcétera, se aprenden y se viven
y se practican en la familia. Este es el centro de entrenamiento de la manera de ser.
Lo que no se aprende en la familia se aprende en la calle o en el colegio y ese no es
el lugar. La calle tiene su función y el “sistema educativo” tiene otra.
Una familia sana y funcional es una sociedad sana y funcional. Cuando veo una
sociedad enferma, se que el valor de la familia quedó obsoleto y esto pone en
peligro la estabilidad de una sociedad sana.
13.- Que sin un propósito vital, la vida carece de sentido.
¿Para qué estás aquí en la tierra? Si no tienes respuesta a esta pregunta no tienes
un propósito definido. Igual tienes una definición diferente de mi acerca del
propósito, pero para mi, la lección es esta, tener la respuesta definida de para qué
estoy aquí le da un sentido profundo en sus dos definiciones. El de dirección y el de
significado. Una vida sin propósito es una vida sin sentido. ¿Cuál es tu legado? ¿Qué
estás haciendo de trascendente? Vas a quedarte viviendo en la mente y los
corazones de quienes te rodean. ¿Qué huella les vas a dejar?
Cuando estés en tu lecho de muerte, ¿cómo sabrás que el regalo que se te concedió
de vivir, mereció la pena dártelo a ti y no a otra persona?