Al hablar de música, enseguida pensamos en los diversos instrumentos; en las diferentes BANDAS, sean de rock, jazz o las típicas municipales de la fiesta del pueblo, conciertos, gorgoritos o buenos vocalistas.

Desde cerca, el SOLFEO dibuja sus almbiques delimitadores, auténtica reserva de sonidos y silencios a disposición de los entusiastas. A la vez, recuerdo de sus autores e invitación a su desarrollo lúdico.

Luego la distribuimos por compartimentos un tanto arbitrarios, música clásica, vanguardista, blues, ópera, de cámara, etc. ; siempre con ese afán por los ETIQUETADOS, con frecuencia artificiosos e imprecisos.

Las limitaciones de la música todavía no están establecidas. Desde el hierro forjado y su mente, Eduardo Chillida nos recalca la magia de la “Música callada”, que me atrevo a señalar como la mejor música de la INTIMIDAD.

Es esa ARMONÍA musical que circula por los adentros, entresijos de sublimes ensamblajes, de cara presencia, pero espléndidas experiencias.

Si es callada… ¡Ah!, pero no olvidemos el papel preponderante de los SILENCIOS en las experiencias musicales…y en la vida.