Son reductos básicos para el avance del amor, inofensivo en su vuelo sugestivo; pero con cualidades genuinas de AVENTURERO.

Así sucede con la FRANQUEZA, que no es sinceridad absoluta; puesto que esta contiene visos de crueldades impertinentes.

El ACOMPAÑAMIENTO, que no siempre aporta soluciones, aunque colabora con la sensibilidad, las emociones; en el discurso inigualable de la presencia humana.

Con la DIGNIDAD irrenunciable de la peculiaridad individual; la única fuente de aportaciones auténticas, de corazón a corazón.

La COMUNICACIÓN sutil, alejada de los artilugios técnicos al uso, pero cercana a las miradas, las caricias e incluso al subconsciente.

Con las ASPIRACIONES, bien diferenciadas de las respiraciones a secas, con los anhelos y los suspiros en la misma embarcación.

Porque… aúpan  la magia de los horizontes,  el primordial impulso del amor; la que recorra los senderos ignotos con la ilusión de haberse adentrado en el paraíso, en la TRANSFORMACIÓN  creativa de las brasas en antorchas luminosas.