Los APUROS de un famoso psiquiatra al preguntarle en un coloquio como reconocería a un hombre bueno, bloquearon su intervención, no daba con la fórmula precisa.
La doblez de la bondad resulta cercana a ciertas actuaciones nefastas. Ese filo es fino, dificulta el equilibrio.Otro psiquiatra, Coleman Silk, aseguraba que la sola bondad, sin el BUEN JUICIO, quedaba renga y riesgosa.
Y la bondad a secas no se entiende sin sus DIMENSIONES, de abundantes ramas, cambiantes e incluso contradictorias. A lo sumo las entrevemos, pero su variedad complica las decisiones.
Los TÉRMINOS de la ecuación bondadosa requieren humor, tino, retos, revulsivos, sueños, locuras, voluntad, decisión y respeto; como integrantes de la fórmula mágica a disposición de cualquiera. La ambigüedad, indecisión o peores empeños, sucumben ante la espléndida conjunción reseñada.
Su aplicación ya depende del salero personal insustituible. Ni suma ni resta, basta con DECISIÓN.

Créditos fotografía: María Isabel Flórez