Un nuevo estudio confirma que la espiritualidad y la religión están relacionadas con la salud de los pacientes.
La revista ‘Cancer’ de la Sociedad Americana ha publicado recientemente un nuevo análisis de todos los estudios publicados hasta el momento sobre cómo influyen las creencias espirituales y religiosas en el estado físico, social y mental de enfermos de cáncer.
En el estudio realizado se incluían a más de 44.000 pacientes y recoge que la espiritualidad y la religión están relacionadas con la salud de los pacientes, aunque no existían suficientes datos acerca de hasta qué punto y en qué dimensiones.
En la primera fase del análisis, los expertos se centraron en la salud física. Los pacientes que confesaban una mayor religiosidad o espiritualidad también aseguraban tener una mejor salud física, que se reflejaba en una mayor capacidad para realizar sus tareas diarias habituales y un menor número de síntomas físicos producidos por el cáncer y su tratamiento.
De hecho, Heather Jim, del Centro de Oncología Moffitt, en Tampa (Florida) y autora principal del análisis ha explicado que «estas relaciones fueron particularmente fuertes en los pacientes que experimentaban mayores aspectos emocionales respecto la religión y la espiritualidad, entre ellos tener un propósito en la vida, así como una conexión con una fuerza más grande que uno mismo», según recoge E.P.
La doctora pudo observar que las personas que eran capaces de integrar su enfermedad en sus creencias, presentaban mejoras en su salud al tener mayores aspectos cognitivos de estos conceptos, aunque no comprobaban esta mejoría cuando se trataba de aspectos prácticos, como la asistencia a la iglesia o la meditación.
En el segundo análisis, los investigadores pudieron corroborar que los aspectos emocionales de la religión y la espiritualidad estaban intensamente relacionados con la salud mental positiva de aspectos conductuales o cognitivos de la religión y la espiritualidad.
Es más, John Salsman, director de la investigación en la Escuela Feinberg de Medicina en la Universidad Northwestern de Chicago, ha señalado que «el bienestar espiritual resultó asociado con menos ansiedad, depresión o angustia, como era de esperar».
En la última fase del análisis, los doctores estudiaron la salud social de los pacientes, es decir, cómo éstos se relacionan con su entorno y con su enfermedad, y de nuevo la religión y la espiritualidad, así como cada una de sus dimensiones, aparecían nuevamente relacionadas de forma positiva.
«Cuando echamos un vistazo más de cerca, encontramos que los pacientes con un fuerte bienestar espiritual, con una creencia en un dios amable al que se le puede pedir ayuda, referían un mejor estado de salud que quienes luchaban contra la fe», añade otro de los autores, Allen Sherman, de la Universidad de Arkansas para las Ciencias Médicas, en Little Rock.
Fuente: Mindalia. Fotografía de Moyan Brenn.